Reflexivo

La arena fundida con el mercurio resalta
la vanidad putrefacta que es el rostro bello,
mascara que tapa la verdad, le pone sello
que exalta los pecados. Piensas: ¡pequeña falta!

Transcurre el tic tac escribiendo un propio evangelio,
en que todos los actos se conviertan en probos,
verdes y relucientes como los algarrobos.
El tiempo arregla, intacto, justo antes del sepelio.

Tu corazón sangrante es la cena de los lobos
que se embriagan de ti en el festín de luna llena,
se creen con vida mientras arrastran cadenas
se miran entre ellos y sonríen como bobos.
¡Son los pensamientos mentirosos y corcovos!
que alientan la mentira por engañar sentidos.
Un sonido, risas, no deja oír los aullidos
del alma en pena que lamenta tanta miseria,
te consumes, eres de cera y vives la histeria
del momento que pinta caminos coloridos.

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